martes, 25 de octubre de 2016

TALLER DE TEATRO



4to año participa del taller de TEATRO junto a la profesora Fernanda.



El León que no sabí­a rugir
Autora: Isabel Tapiador
(Entra en escena una pelota, botando aquí­ y allá, oí­mos voces, son el perro Bruno y el gato Nicasio)
BRUNO.-
-¡Quita!
NICASIO.-
-¡Quita tú!
BRUNO.-
-¡Déjame pasar!
NICASIO.-
-¡Déjame tu!
(Entra Bruno)
BRUNO.-
-¡La tengo, la tengo, la tengo…!
(Coge la pelota con la boca)
-¡-¡La tengo!!
(Entra Nicasio)
NICASIO.-
-¡Me has hecho trampa!
BRUNO.-
(Con la pelota en la boca)
-¡De efo nada, de he ganado dimpiamedte!
NICASIO.-
-¡Que no!
BRUNO.-
-¡Que fí­!
NICASIO.-
-¡Que no!
BRUNO.-
-¡Que fí­!
(Están en éstas, cuando aparece un leoncito, Roberto, en un extremo y se queda mirándoles, el gato le ve)
NICASIO.-
-¡Ahí­ va! -¡Un gato roquero!
BRUNO.-
Y yo voy y me lo creo. -¡Me quiedez quitad da pedota!
NICASIO.-
-¡Cuidado, que se lanza!
BRUNO.-
(Se le cae la pelota de la boca, Nicasio aprovecha para esconderla)
-¡Ay, mi madre! -¡Ahí­ va! Nunca habí­a visto un gato roquero.
ROBERTO.-
-¡Yo no soy eso!
NICASIO.-
Pues tienes toda la pinta.
BRUNO.-
-¡Menudo melenudo!
ROBERTO.-
-¡Que yo no soy eso!
NICASIO.-
Bueno, -¿y entonces qué eres?
ROBERTO.-
(Muy orgulloso)
-¡Soy un león!
BRUNO.-
-¡Ay, mi madre!
(Pretende salir corriendo, pero choca de inmediato con el gato, que se bambolea, el perro cae, asoma la cabeza)
-¡Huye, huye, tú que puedes!
NICASIO.-
(Todaví­a mareado)
-¿Pero estás bobo, no ves que es un pequeñajo?
(Bruno se levanta)
ROBERTO.-
-¡No soy un pequeñajo, soy un pequeño león!
BRUNO.-
-¡Ay, mi madre!
(Pretende huir, vuelve a chocar con el gato, que se bambolea, el perro cae)




NICASIO.-
Este perro está lelo, lelo, lelo…
(Dice esto a ritmo de su bamboleo)
BRUNO.-
(Desde el suelo, levantándose)
-¡Ay, qué vida tan dura la del perro!
NICASIO.-
-¡No te digo!
ROBERTO.-
-¡Yo no he dicho nada!
BRUNO.-
(De los golpes, no se acuerda de nada, ve al león)
-¡Mira, Nicasio, un gato roquero!
NICASIO.-
-¡No te digo! -¡Despierta, Bruno, que llevamos con esto media hora!
BRUNO.-
(Mira al gato y al león)
-¡Ah, ya me acuerdo, es un león!
(Se esconde detrás del gato)
NICASIO.-
-¡No te digo! A ver, pequeñajo, demuestra que eres lo que dices que eres.
ROBERTO.-
-¿Y, y, y… y yo por qué? Demuéstralo tu.
NICASIO.-
-¡Anda, qué genio el pequeñajo! Muy bien, tú lo has querido. -¡Quita Bruno!
Yo soy un gato, el gato Nicasio, y maúllo y maúllo como hacen todos los gatos.
(Dicho esto, comienza a maullar, flojito, más fuerte, en tono amenazante para asustar a Roberto)
ROBERTO.-
-¡Ay!
BRUNO.-
-¡Ay!
NICASIO.-
(Muy orgulloso, lamiéndose y acicalándose)
Ya lo has visto, un verdadero gato. Y ahora te toca a ti, pequeñajo.
ROBERTO.-
-¡Que no soy pequeñajo!
BRUNO.-
-¡No le enfades, Nicasio!
ROBERTO.-
-¡Le toca a él, le toca a él!
BRUNO.-
-¿Por qué no me habré quedado calladito?
NICASIO.-
Sin problemas. Tu turno, Bruno.
(El perro no se mueve del sitio)
-¡Tu turno, Bruno!
(Le arrastra hasta el centro)
BRUNO.-
Bueno…esto…-¿todos tranquilos, eh?
ROBERTO.-
Vale.
BRUNO.-
Yo soy un perro, el perro Bruno, y ladro y aúllo como hacen todos los perros.
(Comienza a ladrar educadamente, Roberto se rí­e)
NICASIO.-
-¡No te digo! -¡Ponle más emoción, Bruno!
(Bruno se anima, ladra, gruñe y aúlla intentando asustar a Roberto)
ROBERTO.-
-¡Ay!
NICASIO.-
Y ahora, tu turno.
BRUNO.-
(Que se ha envalentonado)
-¡Eso, eso, tu turno!
(El leoncito duda, remolonea)
NICASIO.-
-¡Buah, éste ni es león ni es nada!
BRUNO.-
-¡Eso, eso, ni es nada!
ROBERTO.-
-¡Claro que soy un león, y te lo voy a demostrar!
NICASIO.-
-¡Adelante!
BRUNO.-
-¡Adelante!
ROBERTO.-
(Muy erguido y orgulloso)
Yo soy un león, el león Roberto, y rujo y rujo como hacen todos los leones.
(Perro y gato se miran)
NICASIO.-
-¡Adelante!
BRUNO.-
-¡Adelante!
ROBERTO.-
(Todaví­a más erguido y orgulloso)
Yo soy un león, el león Roberto, y rujo y rujo como hacen todos los leones.
(Intenta rugir, lo intenta y lo intenta para al final conseguir un “-¡burf!”, perro y gato se miran y estallan en risas)
BRUNO.-
-¡Ji, ji, ji, que me parto!
NICASIO.-
-¡Vaya un león de chichinabo!
ROBERTO.-
-¡No os riáis de mí­, soy un león de verdad!
NICASIO.-
-¡Adelante!
BRUNO.-
-¡Adelante!
(El leoncito lo vuelve a intentar, pero sólo consigue otro “-¡burf!”, perro y gato se miran y estallan en risas)
NICASIO.-
-¡Que me mondo!
BRUNO.-
-¡Que me mondo lirondo!
ROBERTO.-
-¡Ya está bien, ahora vais a ver!
(Gato y perro le miran sin confianza ninguna, apoyados el uno en el otro, están agotados de tanto reirse)
(Roberto vuelve a intentarlo, de repente un gran rugido lo llena todo, gato y perro dan un salto del susto y se alejan todo lo que pueden del pequeño león)
NICASIO/BRUNO.-
-¡Ay, mi madre!
(Roberto se ha quedado inmóvil, asombrado, vuelve a intentarlo y de nuevo un gran rugido lo llena todo)
BRUNO.-
-¿Nos vamos, Nicasio?
NICASIO.-
Nos vamos, Bruno.
BRUNO.-
-¡Un placer!
NICASIO.-
-¡Encantado!
(Salen por patas, ladrando y maullando)
ROBERTO.-
-¡Lo he conseguido, lo he conseguido!
(Se oye otro gran rugido, Roberto se queda inmóvil, mirando al público, entra su padre, Nicolás, un estupendo león)
NICOLÁS.-
Pero Roberto, hijo, -¿no te he dicho que eres muy pequeño para poder rugir?
ROBERTO.-
Entoces, -¿has sido tú, papá?
NICOLÁS.-
Claro, esos listillos se estaban poniendo muy pesados, que se metan con uno de su tamaño.
ROBERTO.-
-¡Eso!
NICOLÁS.-
Pero mi pequeñí­n es el más valiente, no se ha dejado asustar.
ROBERTO.-
-¡Eso, y cuando sea mayor rugiré y rugiré y nadie se meterá conmigo!
NICOLÁS.-
-¡Eso es! Y ahora vamos a comer para que te pongas fuerte .
ROBERTO.-
Sí­. -¡Mira papá, una pelota!
NICOLÁS.-
Seguro que es un premio por ser tan valiente.
ROBERTO.-
-¡Después de comer podemos jugar!
NICOLÁS.-
Claro que sí­.
ROBERTO.-
-¡Cómo mola!
(Salen de escena)

(Entran sigilosamente perro y gato)
BRUNO.-
Se ha llevado nuestra pelota.
NICASIO.-
Bueno, es el rey de la selva.
BRUNO.-
-¿Pero esto es la selva?
NICASIO.-
Pues debe ser.
BRUNO.-
Pues yo he pasado antes por delante de un supermercado.
NICASIO.-
Y yo.
(Se oye otro gran rugido)
BRUNO/NICASIO.-
-¡Ay, mi madre!
(Al público)
-¡Nos vemos!
(Se miran)
-¡Nos vamos!
(Salen de escena, maullando y ladrando)

FIN




OTRA OBRA

escuela07

Introducción:

El niño Pierre se encuentra leyendo cuentos en http://miscuentosdeterror.com y jugando alegremente en una habitación llena de juguetes por el suelo, la cama sin hacer, los libros por todas partes, ropa fuera de su sitio, etc. De repente, su madre entra en la habitación y se pone a mirar alrededor enfadada.

Guión:

Escena 1

Madre: (con tono enfadado)
– Pero Pierre, ¿has visto cómo tienes esto? Más te vale recogerlo hijo, un día te va a comer tanto desorden.
Pierre:
– ¿Qué dices mamá? Tampoco pasa nada… es mi habitación y yo estoy así a gusto – su madre le echa una mirada asesina que le hace ver que está yendo demasiado lejos.– De acuerdo, luego la recogeré.
Madre: (amenazante)
– Que no tenga que verla así de nuevo Pierre. Te aviso de que vamos a comer en 5 minutos.
Pierre:
-Sí, mamá.

Narrador:

La madre de Pierre sale de la habitación y Pierre se ríe un poco de que su madre piense que va a recoger. Se levanta dejándolo todo tal cual y sale también de la habitación.

Escena 2

Narrador:
Pierre, su madre y su hermano mayor adolescente Darío se encuentran en la cocina comiendo. 
Darío: (con todo un tanto malvado)
– Me ha dicho mamá que tienes la habitación como una leonera. – Pierre hace como que no oye lo que dice su hermano – Sí, ignórame pero te voy a decir una cosa. Cuando un niño empieza a descuidar mucho su habitación dejando todas las cosas desordenadas acaba formándose un monstruo. Le llaman el monstruo de la basura y cuando es muy poderoso acaba comiéndose al niño que duerme en esa habitación.
Narrador:
Mientras su hermano dice esto, Pierre ha estado haciendo que le ignoraba sin mirarle, pero su cara se ha teñido con algo de miedo sin poder evitarlo.
Madre:
– ¡Darío no asustes a tu hermano! – ahora continua dirigiéndose a Pierre – Hijo, lo que dice tu hermano es solo una broma, no existen tales monstruos. Pero como no recojas ese desastre, te prometo que tendrás un buen castigo.
Pierre:
– ¡No tengo ningún miedo! – pero su rostro traiciona sus palabras. – Ya he acabado mamá, me voy a la habitación. – sin más Pierre salta de la mesa y se dirige fuera de escena.
Madre:
– ¡Pierre! …Este niño nunca recoge, ni siquiera su propio plato. ¡Pierre te has ido sin recoger tu plato! – no obtiene respuesta y se queda mirando al lugar por el que se ha ido Pierre enfadada mientras Darío la mira con expresión algo divertida.

Escena 3

Narrador:
Pierre se encuentra de nuevo en su habitación jugando, la habitación en el mismo estado desastroso. De repente, oye un ruido y se dirige asustado a mirar qué puede ser. Levanta unos juguetes y ve que no es nada. Sigue jugando, pero al poco tiempo vuelve a detectar algo y se da la vuelta despacio pensando que va a encontrar algo detrás de sí. Una vez más, no hay nada.
Pierre: (enfadado y para sí)
– Ese idiota Darío, metiéndome miedo con sus cuentos.
Narrador:
Pierre busca entre uno de los montones y saca unos cascos, se los pone y sigue jugando despreocupadamente. Mientras detrás de el se puede ver como unos montones se ropa y otras cosas se van moviendo lentamente y uniéndose sin que Pierre se de cuenta de nada.

Escena 4

Narrador:
De nuevo en la cocina se encuentran Pierre, Darío y su madre comiendo de nuevo.
Madre:
– Pierre, ¿has hecho lo que te dije ayer?
Pierre: (nervioso, mira hacia todas partes intentando encontrar palabras con las que librarse del enfado de su madre)
– Ehh… pues… estoy en ello mamá.

Madre: (mira a Pierre fijamente y con el ceño fruncido)
– Después iré a ver si lo has hecho Pierre… será mejor que hayas recogido todo.
Darío: (mientras mira divertido la escena, le divierte que su madre regañe a Pierre)
– Eso será si no se lo come antes el monstruo de la basura. – mira fijamente a Pierre fingiendo estar muy serio – En cualquier momento saltará sobre ti y… ¡ham! – dice mientras con la mano hace como si fueran unas fauces atrapando algo.
Narrador:
Pierre se queda mirando esa mano que simula unas fauces con cara aterrorizada por un momento, pero en seguida gira la cabeza haciéndose el digno y cruzándose de brazos.
Pierre:
– ¡No soy un bebé para que me asustes con esa tontería!
Madre:
– Darío, hijo, te he dicho que no le digas esas cosas a tu hermano.
Darío: (falsamente arrepentido)
– Está bien mamá.
Narrador:
Pierre mientras mira a su hermano con el ceño fruncido, come rápidamente y se va tal como hizo la primera vez, sin recoger nada.
Madre:
– ¡Pie…! – recapacita – En fin, da igual, este chico no tiene remedio. – dirigiéndose de nuevo a Darío – No vuelvas a decirle esas cosas, que lo estás aterrorizando.
Darío: (riendo)
– Si estuviera aterrorizado ya habría recogido sus cosas, ¿no?
Narrador:
Su madre no contesta pero le echa una mirada fulminante que le hace saber que no está de acuerdo con eso.

Escena 5

Narrador:
Pierre vuelve a su habitación, el montón que antes había empezado a formarse ya es bastante grande, pero no se da cuenta debido a cómo está todo de desordenado. Sigue jugando despreocupadamente con los cascos sin ver que la forma ha empezado a levantarse y acercarse a el poco a poco. Es una especie de monstruo formado por mucha ropa y algunas cosas, de unos 2 metros de altura. Se acerca por detrás de Pierre, lentamente. De repente Pierre se gira y ve la inmensa mole de desorden y se pone las manos sobre la boca aterrorizado mientras da unos pasos hacia a atrás.
Pierre:
– Pero, pero, pe… tú no existes.
Monstruo: (riendo)
– Ja ja ja ja… No existía, pero tú me has creado, porque tenías miedo de mí. Poco a poco gracias a eso he ido cogiendo forma… gracias a tu miedo o tu desorden. Uno me da dado el cuerpo y el otro la vida.
Pierre: (completamente aterrorizado, mirando con los ojos como platos al monstruo y retrocediendo hasta que ya no puede más)
– ¡Por favor, no me comas! Prometo que recogeré todo, ¡lo juro!
Monstruo:
– Ya es demasiado tarde, niño.
Narrador:
El monstruo se abalanza sobre el niño y lo cubre con todas esas cosas que Pierre tenía tiradas de cualquier manera por la habitación. Se cierra el telón.